2009/08/06

La maravillosa sociedad de hoy

Este juicio sin duda no plantea una verdad evidente. Tanto es así que si uno escucha a alguien decirlo, de inmediato viene la necesidad de mirarlo a los ojos para percibir el gesto mínimo, la mueca apenas perceptible, para ver si lo que está planteando es en serio o sólo quiere ironizar. Incluso se puede llegar a afirmar que una declaración de este tipo no puede sino ser una ironía, casi un sarcasmo.

Sin embargo es absolutamente cierto que el mundo actual está totalmente impregnado de maravillas. Son tantas, de tan diversa índole, tan abundantes e inmediatas que ya no nos llaman la atención, ya superaron nuestra capacidad de sorprendernos. De hecho si alguien afirmara que hoy, en este preciso momento hay cientos de invenciones, nuevos conocimientos y nuevas capacidades que están a punto de dar a luz, todo el mundo (especialmente los jóvenes) lo miraría y diría “sí, bueno, y…?”

Antes los inventos, cada uno de ellos, causaba un gran revuelo mundial. Hoy, salvo casos muy excepcionales, son parte de la rutina. Para que nos vamos a preocupar de eso si muy pronto aparecerá una aplicación en las vitrinas que además se venderá muy barata (bueno, será cara al principio, pero muy rápido, en no más de un año será barata).

Si escarbamos un poco en la costra de insensibilidad con que nos hemos recubierto, quizás para no volvernos locos con el loco mundo de hoy, realmente uno empieza a abismarse con lo que está pasando en este momento y ya produce un cierto cosquilleo imaginar qué pueda depararnos el futuro.

Podemos recordar que hubo una época en que se afirmaba con vehemencia que el planeta tierra no sería capaz de alimentar a una población creciente y se producirían hambrunas terribles. La realidad de hoy es que la capacidad de producir alimentos es infinitamente mayor que las necesidades de la población mundial y, paradojalmente, la mayor dificultad en algunos países es precisamente el sobrepeso.

Y la salud logra avances notables en el control de enfermedades, donde algunas de ellas prácticamente se han eliminado del planeta. Incluso cuando aparece una epidemia pasa a ser noticia y lo que antes duraba años hoy se controla en sólo algunos meses.

Profundizando más aún en este campo, el nivel de avance en biología es tan notable que ya surgen barreras éticas, más que tecnológicas, que sugieren detenerse y no seguir avanzando en esta área del conocimiento y de la tecnología. Algunos afirman que en el futuro cercano se considerará el siglo XXI como el de la biología, opacando incluso la deslumbrante omnipresencia de la cybernética.

Y el enorme perfeccionamiento de las industrias más diversas, que han logrado tal capacidad de producción que hacen que los precios de venta de muchos productos, incluso de alta complejidad, sean francamente irrisorios. En este sentido la situación más paradigmática, casi extravagante, es la de una industria que está entregando productos gratuitos y no obstante es capaz de producir una de las mayores riquezas personales en su dueños (1).

Y sin duda el manejo de la información, el conocimiento y el aprendizaje es hoy abismante. Sólo como ilustración se puede destacar que hoy día el avance en el conocimiento en nuestros niños ya no se produce exclusivamente en el colegio, ni en la familia, tal como se producía hasta hace sólo unos pocos decenios atrás.

Bueno, con estos pocos ejemplos, de cientos que se podrían dar, el valor de certeza que empieza a tomar la afirmación del titular empieza a ser indestructible.

Y entonces ¿de donde viene ese sabor de ironía que de todos modos se desliza?... porque sigue pareciendo irónico, no?; porque algo de las tantas maravillas que nos rodean no nos gusta, no?; algo nos duele, aunque no tengamos las razones y sólo tengamos los sentimientos. Quizás sea la foto de ese niño de piel azabache y ojos enormes, con el pellejo pegado al espinazo, en algún rincón de Africa; o quizás el aire oscuro, irrespirable; o el escalofrío en la espalda por ese hijo que chocó el auto porque andaba con trago, aunque afortunadamente no le pasó nada y no quedó como ese otro auto, retorcido sobre la baranda de un puente. O quizás sea esa angustia y cansancio impregnado en los huesos, de tanto correr buscando no se qué… porque felices no estamos, no?.

Algunos analistas sesudos plantean que en el futuro los colegios no serán necesarios. Incluso que las familias tampoco, pues de hecho ya casi no existen con el mismo sentido de antaño. Seguro no escucharon la charla del Profesor Gadamer donde simplemente preguntó: “¿El profesor, enseña lo que sabe o enseña lo que es?”, apuntando a que la verdadera enseñanza no está en la información sino en la formación de seres humanos y que en esto el profesor, el maestro es imprescindible, del mismo modo que el padre y la madre y el seno del ámbito familiar.

Pedro Domancic / Crítico

Publicado en Revista Todo Pirque N°150 / Septiembre 2009 / www.todopirque.cl

(1) Me refiero a Google que ha instalado el paradigma de la gratuidad, planteando un pie forzado a su competencia.