Cuidar el medioambiente ya es hoy parte de la cultura popular. Pero no siempre fue así. Hace cuarenta o cincuenta años ni siquiera la palabra medioambiente era muy conocida y requería una explicación. Mucho menos eran conocidos conceptos más técnicos como ecosistema, ecología o biosfera. Sin duda no éramos tan concientes, como lo somos ahora, del delicado equilibrio necesario para la existencia y mantención de la vida en el planeta Tierra. Incluso las primeras exploraciones extra terrestres, que hicieron necesario el envío de seres humanos en una estrecha nave espacial, con un manejo muy cuidadoso de suministros y desechos, nos hicieron caer en un abrupta conciencia que nuestra querida tierra no era un espacio infinito sino una simple esfera con recursos limitados que se podían acabar y que teníamos que cuidarla tal cual una nave del espacio.
Mirado así, cuidar el medioambiente es en realidad una necesidad vital, se nos va la vida en ello… y la de nuestros hijos. O cuidamos el medioambiente o nos morimos. Así de simple y dramático.
¿Y qué significa cuidar el medioambiente? Bueno, sin duda estar atentos y apoyar las grandes causas. No obstante la voracidad energética de la raza humana, la producción de energía no puede realizarse a costos irreparables, como algunos daños que pueden producir los proyectos hidroeléctricos o la generación de energía nuclear con pocas precauciones respecto de los desechos. También la devastación del Amazonas nos deja sin respiración, lo mismo que la tala indiscriminada de tantos bosques en el mundo sin adecuados planes de reforestación. La contaminación del aire y de las aguas… en fin.
Todo esto está muy bien. Sin embargo también el cuidado del medioambiente es muy importante en los pequeños detalles. No tendremos un planeta Tierra que sobreviva si no educamos a los niños en el cuidado. Y a los niños se les educa con el ejemplo.
¿Crees que tus hijos no sospechan algo extraño si les hablas de lo malignas que son las hidroeléctricas y al mismo tiempo botas desperdicios a los caminos, mientras vas en auto? ¿O qué pensarán cuando alegas contra la destrucción del Amazonas mientras fumas un cigarrillo?
Cuidar el plantea también significa cuidar las cosas más simples de la vida, los pequeños detalles. Si no eres capaz de cuidar eso pequeño, que está al alcance de tu mano, entonces tus luchas resultan vacías. Si no eres capaz de limpiar y eliminar adecuadamente tu propias suciedades, entonces tus manifestaciones vociferantes valen nada. Con mayor claridad: si cuando haces un paseo a la montaña no eres capaz de hacer un hoyito en la tierra, suficientemente profundo para recibir tus deposiciones y traerte el papel higiénico sucio devuelta, mejor no alegues.
Cuidar tu medioambiente comienza por cuidarte a ti mismo. El medioambiente comienza por ti. Si te haces daño me dañas. Si te cuidas me cuidas. Cúidate y ya estarás cuidando el medioambiente de todos. Cuida tu salud, haz ejercicios, corre.
A propósito de correr, los maratonistas ¿cuidan el medioambiente? Por supuesto que sí. A lo menos corren, hacen ejercicio, cuidan su salud. No cabe dudas que un maratonista gusta del aire libre, seguro que además de correr hace excursiones, visita la playa y la montaña, ama la naturaleza y seguro hacen un hoyito para sus deposiciones y se traen el papel de vuelta… o no?... ¿será así?. En realidad no estoy seguro.
Cuando me han preguntado qué es lo más difícil de correr maratones, si levantarse de la cama para ponerse las zapatillas y salir a correr, o superar el cansancio real, o atravesar la “pared”, debo reconocer que para mí una cosa muy difícil es comenzar. Pasar de ese campo de ensoñación donde sólo imagino que quizás me levante y me ponga a correr, mientras una inercia terrible me mantiene relajadamente apresado por la gravedad, cobijado, calentito… hasta de repente lograr ponerme las zapatillas e iniciar el movimiento… ah!, eso es muy difícil. Pero no es lo peor. Lo más difícil para mí ha sido correr con un vasito de cartón en la mano hasta encontrar un basurero donde botarlo.
En las maratones, una parte importante del cuidado de los corredores es la hidratación. Entonces cada cinco kilómetros hay puestos que entregan agua o líquidos especiales hidratantes en pequeños vasitos de cartón. Y luego queda el reguero de vasitos botados en el suelo, simplemente tirados con una indolencia abismante. Esa imagen dolorosa pone en seria duda que a los maratonistas les interese el medioambiente.
- “No te preocupes”, me dijo un amigo, “lo que pasa es que la tensión de la carrera hace imposible estar preocupado de donde botar el vasito y además la misma empresa que entrega el agua tiene la responsabilidad de limpiar”… hmmm… entonces es peor… no puedo dejar de imaginar a mis colegas maratonistas como niñitos corriendo con pañales mal puestos, dejando caer sus inmundicias, esperando que vaya detrás la nana limpiando todo. La “cultura de nanas” es lo peor en la educación de nuestros hijos.
Pedro Domancic / Maratonista